SOBRE MÍ
Mi nombre es José María y te voy a contar mi historia.
Parece larga, pero se lee rápido, porque lo que te cuento sobre mí es una historia de vida, de aprendizaje, de adversidad, pero con un final feliz.
Estoy seguro de que leerla te puede ser de utilidad.
Te voy a ahorrar la historia de mis primeros 17 años de vida que no tiene mucho interés, y voy a comenzar a partir del momento en el que me convertí en mayor de edad.
Cuando cumplí los 18 años llegué por fin a la Universidad (estudié en Tenerife en la ULL), sin tener muy claro que quería hacer en mi vida.
Me matriculé en Económicas, pero en esa etapa de mi vida no estaba centrado en estudiar, había sufrido una ruptura sentimental, la de mi primera relación, y me rebelé contra el mundo. Dejé la carrera antes del primer año y me dediqué a buscar la manera en la vida de triunfar sin tener que estar en la universidad cinco años.

La verdad es que la manera en la que lo hice fue un desastre…

MIS INICIOS
La verdad es que la manera en la que lo hice fue un desastre, porque no emprendí ningún negocio, ni me puse a investigar sobre alguna profesión o tendencia que pudiera ayudarme a conseguir lo que quería.
Simplemente me puse a trabajar y fui pasando por varias empresas. Hoy en día tengo claro que lo que hice no me iba a encaminar hacia donde yo quería, pero sin quererlo estaba adquiriendo conocimientos y experiencia, que luego me ayudarían en mi etapa actual.
Tras varios años trabajando decidí darle una segunda oportunidad a la Universidad y me matriculé en ADE.
Mi segunda etapa en la Universidad fue un poco más duradera, pero mi cabeza no estaba centrada todavía, así que terminé por dejarla de nuevo, ya que seguía pensando que podría triunfar sin saber nada ni hacer nada especial. En esta segunda etapa en la Universidad tuve otra relación sentimental, que también terminó, ya que tampoco estaba centrado en ese momento, y lógicamente mi pareja de entonces me dio vacaciones indefinidas.
Tras recomponerme de este nuevo “golpe sentimental”, inicié otra etapa donde me puse de nuevo a trabajar, buscando la empresa en la que poder coronarme, pero con una actitud frente a la vida como la que yo tenía en ese momento, difícilmente eso iba a suceder.
PUNTO DE INFLEXIÓN
Estaba trabajando en una empresa de atención al cliente, en una oficina en la que atendía reclamaciones mayoritariamente. La empresa era de telefonía, así que ya te podrás imaginar, la alegría con la que iba a trabajar.
Todo el día escuchando problemas y quejas. Gente a la que nadie hacia caso en sus reclamaciones y que llegaba allí con un cabreo monumental, y con una actitud en muchas ocasiones muy violenta.
Llegué a sufrir la agresión de un cliente y la empresa no tomó ninguna medida.
El trabajo era una m+ierda, y estaba de él hasta las p+lotas, pero cuando llevaba casi dos años allí, la empresa decidió cerrar la oficina y me puso de patitas en la calle.
Eso fue el punto de inflexión en mi vida.
Con casi treinta años, me vi sin curro, y sin perspectivas de futuro.
Había “gastado” diez años de mi vida buscando lo que quería, sin darme cuenta, de que lo que pretendía era imposible, por lo menos en aquella época (hoy en día todo es distinto y los jóvenes triunfan en las redes sociales).
Y en ese momento en el que parecía que todo se había ido al carajo, fue cuando todo empezó a funcionar de manera distinta en mi cabeza.


PUNTO DE INFLEXIÓN
Estaba trabajando en una empresa de atención al cliente, en una oficina en la que atendía reclamaciones mayoritariamente. La empresa era de telefonía, así que ya te podrás imaginar, la alegría con la que iba a trabajar.
Todo el día escuchando problemas y quejas. Gente a la que nadie hacia caso en sus reclamaciones y que llegaba allí con un cabreo monumental, y con una actitud en muchas ocasiones muy violenta.
Llegué a sufrir la agresión de un cliente y la empresa no tomó ninguna medida.
El trabajo era una m+ierda, y estaba de él hasta las p+lotas, pero cuando llevaba casi dos años allí, la empresa decidió cerrar la oficina y me puso de patitas en la calle.
Eso fue el punto de inflexión en mi vida.
Con casi treinta años, me vi sin curro, y sin perspectivas de futuro.
Había “gastado” diez años de mi vida buscando lo que quería, sin darme cuenta, de que lo que pretendía era imposible, por lo menos en aquella época (hoy en día todo es distinto y los jóvenes triunfan en las redes sociales).
Y en ese momento en el que parecía que todo se había ido al carajo, fue cuando todo empezó a funcionar de manera distinta en mi cabeza.

CAMBIO
Todo lo que con 18 años había puesto en Pausa en mi cabeza y en mi vida, se activó de nuevo. Mi capacidad de estudio, mi concentración, mis rutinas, mi fortaleza mental, mi coraje, mi valentía, mi resiliencia, todos los astros se alinearon en ese momento.
Tras mi último fracaso laboral, desempolvé mi nota de selectividad, y me puse a buscar destino para los próximos tres años (buscaba una diplomatura, algo que me permitiera tener una titulación y que me abriera puertas, si después todo fluía, me encaminaría a hacer dos años más para tener un título superior).
Encontré acomodo en la Facultad de Derecho, dentro de la Diplomatura de Relaciones Laborales, he de confesarte que entré de chiripa, porque me quedé en lista de reserva para poder matricularme y creo que entré el último.
No tenía otro plan alternativo, ya que de todo lo que me gustaba, esa era la carrera que más me encajaba en ese momento de mi vida, y era la que yo consideraba que podía afrontar mejor.
Tenía al universo de mi parte, entré el último, pero entré.
A partir de ese momento, me transformé por completo y viví una experiencia en la universidad muy diferente a la que vive un joven de 18 años que acaba de terminar el bachillerato y que no sabe lo que quiere en la vida, porque no tiene experiencia ni bagaje (lo normal vamos).
PREMIO
En mi tercera etapa universitaria sí tenía experiencia y vida, y había sufrido en mis carnes el salir al mercado laboral sin tener ni la etiqueta de Anís del Mono (como decía el gran Chiquito de la Calzada).
Aceleré tanto en mi tercera etapa Universitaria que terminé por obtener el Premio Extraordinario de mi promoción por tener el mejor expediente académico. No suspendía ninguna asignatura y mis notas eran altísimas. Iba saltando obstáculos como si fuera caminando, casi sin despeinarme (algo porque soy calvo).
Llevaba bastantes años sin tocar un libro con fundamento, sin atender en clase, sin hacerme apuntes, sin pisar una biblioteca, sin consultar manuales, sin hacer exámenes, sin estudiar (sin hábito de estudio), pero esos 11 años que tiré a la basura, fueron como óxido nitroso para mi cerebro y mis neuronas.
Mis apuntes eran geniales, la gente me los pedía, porque sabían que me los curraba a tope.
Y conseguí bastantes matrículas de honor, algo que ni siquiera en mi etapa de bachillerato logré.
La Universidad me la ventilé rápido en tres años y como en ese momento estaba pletórico, pensé que para que parar, que tenía que impulsar más mi carrera profesional, y junto con mi relación actual, cogí las maletas y nos fuimos a Madrid a estudiar un Máster en Dirección de RRHH.


PREMIO
En mi tercera etapa universitaria sí tenía experiencia y vida, y había sufrido en mis carnes el salir al mercado laboral sin tener ni la etiqueta de Anís del Mono (como decía el gran Chiquito de la Calzada).
Aceleré tanto en mi tercera etapa Universitaria que terminé por obtener el Premio Extraordinario de mi promoción por tener el mejor expediente académico. No suspendía ninguna asignatura y mis notas eran altísimas. Iba saltando obstáculos como si fuera caminando, casi sin despeinarme (algo porque soy calvo).
Llevaba bastantes años sin tocar un libro con fundamento, sin atender en clase, sin hacerme apuntes, sin pisar una biblioteca, sin consultar manuales, sin hacer exámenes, sin estudiar (sin hábito de estudio), pero esos 11 años que tiré a la basura, fueron como óxido nitroso para mi cerebro y mis neuronas.
Mis apuntes eran geniales, la gente me los pedía, porque sabían que me los curraba a tope.
Y conseguí bastantes matrículas de honor, algo que ni siquiera en mi etapa de bachillerato logré.
La Universidad me la ventilé rápido en tres años y como en ese momento estaba pletórico, pensé que para que parar, que tenía que impulsar más mi carrera profesional, y junto con mi relación actual, cogí las maletas y nos fuimos a Madrid a estudiar un Máster en Dirección de RRHH.

NUEVOS INICIOS
Esa experiencia es la que me hizo ver que yo podía hacer lo que realmente quisiera en el mundo de la asesoría jurídico laboral.
Fue otro punto de inflexión en mi vida.
Tras casi cinco años viviendo en Madrid, mi pareja y yo decidimos volver a las Islas (esta vez aterricé en Lanzarote), ya que estábamos cansados de vivir en la jungla de cemento, donde se te iba el tiempo en desplazamientos y pasábamos más frio que el carajo.
De Madrid volvimos con 15.000€ ahorrados y un proyecto de autoempleo. Comencé yo solo al principio, trabajando en mi casa, en una habitación. Me colegié en el Colegio de Graduados Sociales de Lanzarote y me di de alta como autónomo el día 12/07/2012 (tengo esa fecha grabada en mi cabeza).
Sin ningún cliente comencé mi andadura profesional, colaborando con dos Asesorías Fiscales que empezaron a colaborar conmigo, sin conocerme. Hicieron un acto de Fe conmigo, y la verdad es que sin esas colaboraciones no estaría hoy donde me encuentro.
En 2016 (ya con Asun plenamente incorporada al trabajo de la asesoría) salimos de casa, y nos fuimos a la que hoy es nuestra oficina.
HOY
En la actualidad mi pareja y yo somos socios al 50% del despacho Áurea Laboral, una asesoría consolidada en el mercado, y que nos permite vivir con tranquilidad económica y profesional.
A lo largo de mi vida he tenido suerte, porque siempre ha habido alguien cerca que ha confiado en mí. Pero no te equivoques, tener apoyo no te garantiza el éxito.
Que te apoyen es solo un ingrediente más en el menú que has de preparar para triunfar, porque hay otros muchos ingredientes que has de utilizar que dependen exclusivamente de ti.
Como verás he conseguido el éxito en mi profesión tras haber “desperdiciado” casi 11 años de mi vida, a contracorriente, enfrentándome a gente más joven que yo y mejor preparada, por eso tengo la capacidad de Mentorizar e impulsar a cualquiera que quiera hacer carrera en el sector del asesoramiento jurídico laboral.
Eso va a suponer un esfuerzo, y aunque lo haga porque me apetece (y cobrando por supuesto), eso no significa que vaya a hacerlo con cualquiera. Solo aceptaré Mentorizar a personas realmente implicadas y que me demuestren que quieren y pueden trabajar duro.


HOY
En la actualidad mi pareja y yo somos socios al 50% del despacho Áurea Laboral, una asesoría consolidada en el mercado, y que nos permite vivir con tranquilidad económica y profesional.
A lo largo de mi vida he tenido suerte, porque siempre ha habido alguien cerca que ha confiado en mí. Pero no te equivoques, tener apoyo no te garantiza el éxito.
Que te apoyen es solo un ingrediente más en el menú que has de preparar para triunfar, porque hay otros muchos ingredientes que has de utilizar que dependen exclusivamente de ti.
Como verás he conseguido el éxito en mi profesión tras haber “desperdiciado” casi 11 años de mi vida, a contracorriente, enfrentándome a gente más joven que yo y mejor preparada, por eso tengo la capacidad de Mentorizar e impulsar a cualquiera que quiera hacer carrera en el sector del asesoramiento jurídico laboral.
Eso va a suponer un esfuerzo, y aunque lo haga porque me apetece (y cobrando por supuesto), eso no significa que vaya a hacerlo con cualquiera. Solo aceptaré Mentorizar a personas realmente implicadas y que me demuestren que quieren y pueden trabajar duro.
Puedo ayudarte a pasar de tener un CV de risa a un tener un CV que infunda respeto y sea tomado en cuenta.
Puedo hacer eso si tú quieres y también si yo quiero (no lo olvides).
No voy a regalar mi tiempo a nadie que no esté 100% implicado en su éxito profesional.